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LAS MARZAS LLEGARON UN AÑO MÁS AL PARLAMENTO DE CANTABRIA

Jueves, 01 de Marzo de 2012

La Asociación Ronda Marcera de Torrelavega, que a su vez integra los coros y rondas marceras de la ciudad del Besaya, junto a La Ronda “Las Fuentes” de Reinosa y el Coro Ronda Altamira de Santander interpretaron las tradicionales marzas en el Patio Central del Parlamento de Cantabria.

DISCURSO DE BIENVENIDA DEL PRESIDENTE DEL PARLAMENTO DE CANTABRIA

Sed todos bienvenidos, particularmente vosotros los marceros y “marzantes”, a este Parlamento, la casa de todos los cántabros.

Y que también sea bienvenido Marzo. ¡QUE MARZO FLORIDO SEA BIENVENIDO!, según reza la Marza.

El patio del Parlamento representa esta noche los portales de las casas de todos los pueblos de Cantabria en los que se “dan marzas”, porque estos cantos petitorios constituyen una parte muy relevante de nuestras tradiciones y de nuestra identidad cultural como región.

La noche de ayer, la última de Febrero, y esta noche, la primera de marzo, son dos de las noches mágicas en la tradición secular de nuestra tierra.

La tradición de las Marzas, según el imaginario popular, se remonta muchos siglos atrás, hasta los Romanos. Las Marzas se emparentarían así con la antigua Nochevieja, que los pueblos de Hispania celebraban el 28 de Febrero, y con los cantos que los jóvenes romanos entonaban en las Calendas de Marzo, para anunciar la llegada de la primavera.

Más recientemente, en los últimos siglos, comitivas de mozos, y no tan mozos, recorrían por estas fechas, a la anochecida, las casas de todos los vecinos de los pueblos, pidiendo aguinaldos o “compangos” (chorizo, tocino, huevos y vino), a cambio de cantos ancestrales.

 Pero las rondas marceras no sólo tenían una dimensión musical y petitoria. Siempre se les ha atribuido otros sentidos rituales, como la de anunciar la llegada de la primavera, el cambio hacia el buen tiempo, el inicio del trabajo agrícola tras el letargo invernal y, también, un nuevo brío en la mocedad:

“Marzo marceador,

los almendros en flor

y los mozos en amor”·

Según he señalado, las marzas se caracterizan por su dimensión musical (se cantan), por su dimensión petitoria (solicitan aguinaldo), por su magia nocturna, por su vinculación a los pequeños núcleos rurales y por su ritualidad (constituyen rituales laicos de identidad y de cambio estacional).

Quiero enfatizar, sin embargo, otros dos caracteres que van más allá de su aparente significación festiva y que las dota de un profundo sentido social:

- De un lado su dimensión participativa: Las marzas requieren siempre la compañía de otros; de la sociedad de mozos; no las protagonizan individuos aislados. En ellas participan todos: los mozos que cantan y piden, los vecinos que dan aguinaldo y las mozas que acuden a la fiesta-convite subsiguiente.

- Y de otro lado, su sentido solidario. Las marzas reforzaban la solidaridad vecinal. Los marceros repartían los aguinaldos conseguidos con las viudas del pueblo y con los más necesitados. Y debo decir que este profundo sentido solidario nunca se ha perdido. Las actuales rondas marceras siguen donando los fondos recaudados a determinadas instituciones benéficas y ayudando a otros casos de singular necesidad. Gracias por su solidaridad.

 

He señalado antes que las marzas han estado siempre vinculadas al ámbito rural y no al urbano, seguramente por su relación con el devenir cíclico de la naturaleza, de lo agrario y de las sociedades de los mozos propias de los núcleos rurales. Cuando este mundo entra en crisis, fundamentalmente por éxodo del campo hacia la ciudad, también lo hacen las marzas como su típica manifestación popular y festiva. En las últimas décadas, sin embargo, las marzas se han reorganizado y recuperado en el medio urbano, gracias a los coros y rondas marceras de las principales villas y ciudades de nuestra región. Las marzas han recobrado así su tradicional fuerza, gracias al empeño y tesón de rondas marceras y marzantes como las que esta noche nos acompañan.

Vamos a asistir pues, aquí, en el patio de este Parlamento, a una genuina escenificación de las Marzas, en la que sin duda se van a respetar los caracteres auténticos de esta seña de identidad de nuestro patrimonio cultural.

La “feliz culpa” de esta extraordinaria escenificación la tienen:

-    La Asociación Ronda Marcera de Torrelavega, que a su vez integra los coros y rondas marceras de la ciudad del Besaya;

-    La Ronda “Las Fuentes” de Reinosa y

-    El Coro Ronda Altamira de Santander.

Y todas ellas coordinadas por el Pregonero marcero Juan José Crespo, entusiasta erudito del singular mundo de la Marzas.

Debo concluir dando las más expresivas gracias, en nombre del Parlamento, a estas rondas y a cuantas en estos días cantan marzas por los pueblos de Cantabria, por conservar y promocionar esta tradición, una de las manifestaciones más arraigadas de nuestra cultura popular.

Termino respondiendo a vuestra pregunta sobre si el Parlamento “da Marzas” y lo hago con la consabida fórmula ritual:

“MARZAS DAMOS, NOBLES GENTES”