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INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL PARLAMENTO EN LA XXIII ASAMBLEA DE LA FEDERACIÓN DE MUNICIPIOS

Lunes, 29 de Agosto de 2011

El acto ha tenido lugar en el Hotel Torresport de Torrelavega y ha contado con la presencia del presidente de Cantabria, el delegado de Gobierno, así como los alcaldes de los municipios de la región.

DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL PARLAMENTO

Quiero expresar, en primer término, mi agradecimiento al Presidente y a la Comisión Ejecutiva por su amable invitación a participar en el acto de apertura de la vigésimo tercera Asamblea General Extraordinaria de esta Federación de Municipios de Cantabria.

En nombre propio y en el de los diputados del Parlamento de Cantabria, les trasmito a todos y a cada uno de ustedes nuestro saludo y felicitación por su reciente nombramiento como alcaldes tras las elecciones celebradas el pasado 22 de mayo. Dicho día, los ciudadanos cántabros, con total libertad, decidieron con sus votos las personas que quieren que los representen en los Ayuntamientos,  el Parlamento y  el Gobierno.

Los responsables de estas Instituciones -Ayuntamientos, Parlamento y Gobierno-  nos enfrentamos en esta nueva legislatura a un reto que probablemente sea el más arduo y difícil de nuestra reciente historia democrática. Todos los analistas políticos coinciden en la extremada delicadeza de la situación económica y social en la que está inmerso el país y, naturalmente, también nuestra Comunidad Autónoma.  

Y en esta situación, es nuestro deber informar a la ciudadanía con transparencia y honestidad.  No tienen sentido, de hecho nunca lo tuvieron, los espejismos en los que hemos estado instalados en los últimos años. A estas alturas, todos sabemos que ha sido y es una falacia creer y hacer creer que estamos mejor preparados que otros países para afrontar la crisis, que la misma nos está afectando en menor medida y que nuestra recuperación está siendo más rápida.

Estas afirmaciones, tan reiteradas en el pasado reciente, no son ciertas y lo último que debemos hacer los que representamos a los ciudadanos que han depositado su confianza en nosotros  es engañarlos.   Muy al contrario, hemos vivido durante años por encima de nuestras posibilidades, el gasto público se ha disparado, el endeudamiento de las administraciones (local, autonómica y central), según los datos del Banco de España, es abrumador,  y tal desolador panorama no se compensa con nuestro crecimiento económico, que está siendo casi nulo.

Y, como no puede ser de otra manera, esta realidad es sobradamente conocida por los acreedores a los que hemos de acudir en busca de financiación.  En este contexto de crisis económica, en el que el paro, particularmente el de la población joven, constituye la consecuencia más dramática, los ciudadanos nos interpelan a todos. Y todas las Instituciones y opciones políticas, sin distinción, tenemos que responder a sus demandas, sobre todo a las referidas al empleo, con nuestro mayor esfuerzo, imaginación y soluciones inteligentes.  

Sé que no existen soluciones mágicas para afrontar la crisis, pero me permito compartir con ustedes alguna directriz que oriente nuestra intervención política en el ámbito de decisión que nos es propio:

-    La necesidad, como premisa, de una perfecta coordinación y colaboración de los Municipios con la Administración autonómica y de los Municipios entre sí. El gran problema de la crisis no puede ser resuelto con actuaciones separadas de las distintas administraciones, sino que exige la estrecha colaboración y lealtad de todos. Como ejemplo en tal sentido, he hecho referencia recientemente, en un curso sobre Municipalismo de la Universidad de Cantabria, a la posibilidad de mancomunar algunos servicios de distintos municipios, para mejorar la calidad de los mismos,  evitar solapamientos y conseguir una mayor eficiencia en el gasto, absolutamente imprescindible para superar la maltrecha situación de las arcas municipales.

-    La exigencia de una estricta austeridad en el gasto, como norma básica de actuación en todos los ámbitos. No sólo es exigible la eficacia, lograr los mejores resultados, sino también la eficiencia, conseguirlos con los mínimos medios imprescindibles. Los excesos burocráticos y los gastos superfluos, aún los considerados como  “el chocolate del loro”, resultan ineficientes en condiciones normales, pero en la presente situación de crisis son de todo punto insostenibles.  

-    La trasparencia en todas las actuaciones, y particularmente en la gestión económica (ejecución de presupuestos, concursos de servicios, retribuciones de los cargos públicos,...). Los contribuyentes tienen derecho a conocer en qué nos gastamos cada uno de sus euros. Y, por último, deseo referirme también  a la necesidad de un cambio, no estrictamente económico, pero con gran implicación en dicho ámbito,  en el que los Ayuntamientos pueden influir decisivamente por su privilegiada cercanía a los ciudadanos.

Se trata de un cambio de mentalidad. Frente a la actual cultura política de que no somos nosotros los responsables de nuestro fracaso, sino que lo son otros (los mercados, los bancos, los ricos, las agencias,...), debiéramos volver al espíritu de la transición democrática, en el que, sabedores de nuestra inferioridad frente a los países más avanzados de Europa, fuimos conscientes de que nos correspondía a todos trabajar y esforzarnos para emular a dichos países. Y, de hecho, se produjo paulatinamente en España un extraordinario desarrollo.

Somos nosotros y no los de fuera (Europa o Estados Unidos) los que estamos esencialmente comprometidos en esta difícil encrucijada y los que tenemos que sentar las bases para salir de la adversa situación en la que nos hallamos inmersos. La crisis no sólo tiene tintes económicos. Es mucho más profunda. Está vinculada a la pérdida de los referentes morales y de los valores éticos de ésta, nuestra sociedad, complaciente y permisiva. Llevamos mucho tiempo , incluso desde la escuela, anestesiando a nuestros jóvenes con la exagerada cantinela de sus sagrados derechos y el inconsciente olvido de sus deberes y obligaciones.

Y todo ello ha ido generando una conciencia colectiva que nos exculpa de toda responsabilidad.   Se impone, pues, hacer mucha labor pedagógica en el sentido de volver a retomar los valores morales olvidados. Salir de la actual crisis requiere, pues, también, un cambio de mentalidad ética y cultural: la convicción y la creencia de que sólo con trabajo duro, mucho sacrificio y el esfuerzo de todos, podremos mejorar y remontar la actual situación.   

Las dificultades son muchas y grandes, pero el desafío merece la pena e históricamente hemos afrontado con éxito situaciones análogas. Se exige, eso sí, que aparte de las medidas de austeridad en el gasto, trasparencia y simplificación administrativa y, aparte de la regeneración en los valores éticos a los que me acabo de referir, todas las instituciones y todas las opciones políticas colaboremos estrechamente y con absoluta lealtad en la solución de este grave problema.      

En tal contexto, y termino, quiero manifestar mi compromiso personal, y el del Parlamento al que represento, con todos los  ayuntamientos de Cantabria, particularmente con los más pequeños y necesitados. Y también con la Federación de Municipios, a la que auguro un éxito cierto en la  renovación de sus cargos, así como  en todas sus actuaciones en pro de la solución de los problemas  municipales. Muchas gracias.