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ACTO DE CONMEMORACIÓN DEL XXX ANIVERSARIO DEL ESTATUTO DE AUTONOMÍA PARA CANTABRIA

Miércoles, 01 de Febrero de 2012

Discurso del presidente del Parlamento.

Señoras y Señores: Bienvenidos todos, una vez más, al Parlamento de Cantabria.

Acabamos de escuchar la voz de las mujeres rurales a través de la Presidenta de una de sus asociaciones. El Parlamento se ha propuesto honrar en sus celebraciones más significativas a colectivos  especialmente dignos de protección o reconocimiento. Así lo hicimos en el reciente acto conmemorativo del aniversario de la Constitución con las personas discapacitadas y sus asociaciones integradas en el CERMI.

En esta ocasión, en el Trigésimo Aniversario del Estatuto, hemos querido contar con la participación del numeroso, y en muchas ocasiones anónimo, colectivo de las mujeres rurales de Cantabria que, con su trabajo callado y su sacrificio permanente,   han sacado adelante sus economías familiares y han constituido, a la vez, uno de los pilares del  desarrollo y progreso de nuestra región.

El Parlamento les tributa pues, en esta fecha tan señalada, un muy merecido reconocimiento a su labor y entrega  a la  ganadería y agricultura de Cantabria, que han sabido compatibilizar con sus tareas domésticas.  Las condiciones económicas y sociales por las que habéis atravesado las mujeres rurales han sido históricamente muy duras. No es de extrañar que, ante las carencias y la falta de oportunidades del medio rural, se haya producido en vuestro colectivo un progresivo  movimiento emigratorio hacia las ciudades, con el consiguiente despoblamiento rural y la falta de  renovación generacional.

Sin embargo, en tan adversas condiciones, además de llevar adelante vuestras explotaciones ganaderas,  os habéis hecho cargo de la atención a vuestras familias, de  sacar adelante la educación de vuestros hijos y de mantener viva la  cultura y las tradiciones populares. A lo largo de estos 30 años de vigencia del  Estatuto las condiciones de vida de la mujer rural han ido mejorando significativamente, con importantes avances en los accesos a los núcleos rurales más apartados, en la modernización de las explotaciones y en los servicios sanitarios y educativos. 

Pero hemos de reconocer que  todavía resta un largo camino por recorrer en los ámbitos de la formación especializada, de las nuevas tecnologías, de la conciliación de la vida familiar y laboral, de la oferta de nuevas oportunidades de trabajo, en síntesis, en el hecho de que ser mujer rural no suponga discriminación alguna ni desigualdad de oportunidades respecto al resto de ciudadanos y ciudadanas de Cantabria.

El Parlamento estará siempre abierto para escucharos, acoger  y apoyar vuestras iniciativas y propuestas de mejora. Las 83 asociaciones que representáis a todas las mujeres rurales de Cantabria, nos honráis hoy con vuestra presencia. Gracias a todas, en nombre del Parlamento y en el de toda Cantabria a la que éste representa. Gracias por vuestro generoso trabajo, nunca suficientemente reconocido. Gracias también por vuestra entrega y lucha permanentes, que todos debiéramos imitar en la difícil situación en la que nos encontramos.

Es el momento de tomar buen ejemplo de vuestro coraje. Es la hora de volver a los valores del esfuerzo y del sacrificio, de los que las mujeres rurales habéis sido siempre singular ejemplo. También nos acompaña hoy una representación de la Asociación del Traje Regional de Cabezón de la Sal ataviada con sus típicos trajes regionales. Gracias por subrayar con vuestra participación en este acto nuestra identidad, nuestro patrimonio cultural y nuestras tradiciones. Sras. y Sres., nos congrega hoy aquí una efeméride muy importante.

Tal día como hoy, hace 30 años, entró en vigor nuestro Estatuto de Autonomía, el que reconoce al pueblo de Cantabria su capacidad para gobernarse por sí mismo. Han pasado tres décadas de autogobierno y es hora de hacer un mínimo balance. Han sido 30 años de progreso en derechos y libertades, de ruptura del  secular aislamiento de nuestra región, de progresivo avance en los niveles de riqueza y bienestar, de mejora, en síntesis, en la calidad de vida de los ciudadanos de Cantabria. Tras las competencias iniciales, se fueron asumiendo otras nuevas y muy importantes, como las educativas y sanitarias por ejemplo. Al igual que  el resto de las Comunidades Autónomas, consideramos en su día positivo y enriquecedor asumir las mayores competencias posibles dentro del marco constitucional.

No es  ahora preocupación prioritaria entre la ciudadanía de Cantabria la ampliación de los techos competenciales. Lo que sus opiniones reflejan es el deseo de que se desarrollen y perfeccionen al máximo las competencias que ya tenemos asumidas.

Ante las dificultades que la actual crisis económica impone, se han suscitado algunas dudas respecto al proceso autonómico. Estimo, sin embargo, que el proceso autonómico ha sido y es positivo por varias razones:

- Por el pluralismo y diversidad de las nacionalidades y regiones de España que, en el marco del  proyecto común de la nación, desean que se respeten sus identidades y rasgos diferenciales;

- Porque la democracia es tanto más útil cuanto más se acerca la capacidad de decidir a la persona concreta;

- Porque las soluciones dadas desde la proximidad y la cercanía se adaptan mejor a las necesidades de los ciudadanos que las que provienen de instancias del poder más lejanas;

En síntesis, las singularidades de la  España plural, que la Constitución supo acertadamente cohesionar, y el mejor servicio a la ciudadanía, demandan la estabilidad y no reversión del hecho autonómico. Por lo demás, es la propia Constitución la que reconoce y garantiza este derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones de España.  Lo que resulta imprescindible, eso sí, es un adecuado soporte económico, que permita gestionar con garantías las competencias asumidas, y un régimen de financiación equitativo que no otorgue tratos de favor a algunas Comunidades en perjuicio de otras.

La gran evolución de nuestra sociedad en los 30 años de andadura del Estatuto, nuestro progreso y desarrollo, se han sustentado en tres pilares básicos: la Constitución Española, el propio Estatuto y la integración en la Unión Europea. La pertenencia a la Unión Europea constituye el gran reto de nuestra generación, sobre todo como espacio económico en el que Cantabria, con España, está integrada. Ni el Estado, ni menos aún las Comunidades Autónomas, son capaces por sí solas de dar respuesta a los graves problemas económicos que  actualmente nos afectan.

Los ciudadanos se fijan cada vez más en los acuerdos que se adoptan en la Unión Europea. Son conscientes del reducido espacio de actuación de las Comunidades Autónomas, y del propio Estado, ante la entidad y la envergadura de los riesgos que amenazan nuestra situación económica. La celebración del trigésimo Aniversario del Estatuto coincide con un delicado momento en el que la situación de Europa ocupa el centro del debate político, más allá de nuestro marco territorial.

En diciembre del pasado año los principales Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea han puesto en marcha la mayor reforma de la Unión en los últimos 20 años. La intención de la Reforma tiene por objetivo dotar a la Unión Europea de un sólido gobierno económico, de una mayor disciplina presupuestaria y de un más enérgico combate contra el déficit público.

El medio para conseguir el objetivo señalado será la adopción de un nuevo Tratado entre los gobiernos de  25 estados de la Unión (todos, salvo el Reino Unido y la República Checa). Y en el proyecto del nuevo Tratado se contienen:

-    Las medidas de disciplina presupuestaria, con las reglas precisas para que los ingresos y los gastos sean equilibrados;

-    La coordinación de las políticas económicas de los estados miembros;

-    Las sanciones destinadas a los estados que perpetren abusos o demasías;

-    El deber de incorporar la disciplina presupuestaria a las respectivas Constituciones, una iniciativa que ya ha sido adoptada en España;

-    Y, finalmente, la creación de un mecanismo de seguimiento,  la Cumbre del Euro, que se reunirá al menos dos veces por año.

Ante la evidencia de un previsible colapso por la crisis económica, los heterogéneos países europeos nos hemos articulado sobre la base de una política fiscal y presupuestaria común. Es cierto que tendremos menos soberanía, pero también lo es, y así se han encargado de recordárnoslo los líderes europeos, que la soberanía se defiende mejor con aliados que solos.  Europa ya no es una opción, es una necesidad. En un planeta globalizado los países europeos por separado somos insignificantes. La alternativa para España no sería otra que la  soledad tras la barrera de los Pirineos.

El euro es más que una moneda, y de su supervivencia depende la del propio proyecto de unificación europea. La receta de la austeridad inflexible es por ahora la única fórmula sensata de poner las bases de la nueva economía, de la que tiene que erradicarse necesariamente el recurso al endeudamiento público ilimitado.  Todos coincidimos ahora en que el principal defecto de la moneda única ha consistido en no haber sido acompañada de un gobierno económico unificado. Será ahora, con el nuevo Tratado, cuando se darán los primeros pasos para establecer la necesaria unidad fiscal.

Como en otras ocasiones, el avance en  la construcción europea se da con el impulso de una situación crítica que, al menos, tendrá ese efecto benéfico,  el de unir más al continente. Pero, Sras. y Sres., el ajuste del déficit, siendo imprescindible, no constituye por sí solo la salida de la crisis y de una de sus más demoledoras consecuencias, el desempleo.  Es el desempleo lo que más angustia a los ciudadanos.

Lamentablemente, nuestra economía, a diferencia de la de otros países europeos avanzados, sufre el nivel de desempleo más alto de  la Unión Europea, con el doble de  la media de su paro. La situación se torna aún más frustrante para la generación de nuestros jóvenes que, tras culminar su formación universitaria, no encuentran trabajo. Se ha generado una sensación de desaliento, de falta de ilusión y fe en el futuro. Pero no podemos instalarnos en el pesimismo y en la abulia. No podemos aceptar el desempleo como una especie de catástrofe natural ante la que no se puede hacer nada, salvo esperar que se solucione gracias al efecto de factores externos.

Hemos de esforzarnos en el análisis y la búsqueda de nuevas oportunidades de creación de empleo, con  talante de apertura a nuevas ideas, y despojarnos de clichés  preestablecidos.   En este sentido, quiero apuntar la necesidad de no excluir de este análisis la valoración del potencial del medio rural como generador de empleo.  La incentivación de sectores como la  ganadería y agricultura, los servicios, los aprovechamientos forestales, la industria agroalimentaria  y los servicios turísticos constituyen interesantes iniciativas en este ámbito.

Las razones por las que el empleo se mantiene en niveles muy satisfactorios en los países más avanzados de Europa son varias, pero me referiré a una fundamental: sus economías siguen siendo muy competitivas a nivel mundial. En un mundo y en una economía globalizada la clave reside en la competitividad de los productos y servicios que, en el caso de ciertos  países del Centro y Norte de Europa, es muy elevada.  Y en la competitividad intervienen muchos factores, entre los que destaca la reglamentación que regula las relaciones laborales.

En los países más avanzados, con apenas desempleo, las reformas en este ámbito se llevaron a cabo hace ya mucho tiempo y su mercado laboral se adaptó a las condiciones de competitividad que impone la globalización de la economía. Nuestro marco de relaciones laborales tiene que ser homologable al de los  países europeos más competitivos. Es imprescindible, pues, que también en España se emprendan las reformas laborales precisas para potenciar nuestra competitividad. Otro importante factor de competitividad de los países del Centro y Norte de Europa reside en su capacidad para ligar la Ciencia y la Tecnología, la Investigación, el Desarrollo y la Innovación al mundo productivo.

Se trata de una aproximación al desarrollo científico y  tecnológico cuyo principal objetivo es la creación de empleo. La innovación es otra de las grandes palancas  de la competitividad para asegurar el crecimiento económico y la consiguiente generación de empleo. En este sentido, es necesario desarrollar la Ley de la Ciencia que, aprobada por consenso, constituye un verdadero Pacto de Estado por la Ciencia. 

En  tiempos de dificultad, la inversión en innovación y desarrollo puede verse penalizada. Sin embargo,  el ambicioso plan de innovación europeo “Horizon 2020” y las iniciativas privadas de las empresas españolas punteras, constituyen sendos hitos muy importantes. El sistema público, las agrupaciones científicas privadas, las grandes empresas, todos deben implicarse en las políticas de investigación, innovación y transferencia del conocimiento al mundo productivo.

En nuestra Comunidad Autónoma, lo he dicho en otras ocasiones, los proyectos de investigación e innovación, liderados por la Universidad de Cantabria, constituyen un buen referente de ese binomio innovación – trasferencia del conocimiento.   Estimo asimismo que debemos impulsar las nuevas tecnologías en las distintas Administraciones, a fin de acercarnos del modo más eficiente posible a los ciudadanos.

Permítanme que me refiera ahora  a otro importante  factor de competitividad  como es el de  la eficiencia.  El objetivo de nuestras actuaciones debe orientarse desde luego a lograr resultados, pero el valor no está en la eficacia, que se orienta al “qué”, a los resultados independientemente de los costes. El valor está en la eficiencia, que se centra en el “cómo” conseguir los máximos resultados con los mínimos costes posibles. Es imprescindible que seamos eficientes en la gestión a todos los niveles. Y no puedo dejar de hacer mención a nuestra responsabilidad como gestores políticos,  aún más cuando nuestro trabajo y dedicación son motivo de preocupación entre la ciudadanía. 

Es urgente que los ciudadanos, que están soportando los sacrificios derivados de la crisis, recuperen la credibilidad y la confianza en la clase política y en las instituciones.  Nuestra primera obligación como políticos debe ser preocuparnos en buscar solución a los graves problemas que padecen. Y, en este momento, el encargo prioritario que nos trasmiten, es que adoptemos las normas y medidas precisas para mejorar la economía de nuestra región y para favorecer la creación de  puestos de trabajo.

Ése tiene que ser, pues, nuestro empeño y ésa nuestra responsabilidad.  Para ello tenemos que reiterar e insistir  una vez más,

-    por un lado, en la cultura del emprendimiento. Debemos apoyar, impulsar e incentivar a los emprendedores y a la pequeña y mediana empresa, que son los verdaderos generadores del empleo;

-    y por otro, recuperar la cultura del esfuerzo.

El trabajo bien hecho, el sacrificio y el esfuerzo constituyen valores fundamentales en todos los ámbitos de la vida, pero desde luego estimo que son imprescindibles para la competitividad y por tanto para la generación de empleo. Debo concluir, Sras. y Sres. La actual situación de crisis es difícil, pero desde luego no más que la de aquel convulso y políticamente inestable 1982, en el que se aprobó el Estatuto de Autonomía. 

Ahora, como entonces, podemos remontar la situación con las mismas armas del trabajo, del esfuerzo y del sacrificio. Ése es el ejemplo, y vuelvo al principio de esta intervención, que permanentemente nos ha dado la mujer rural a la que hoy hemos rendido un más que merecido reconocimiento. El futuro está en nuestras manos  y debemos construirlo entre todos. No es óbice que seamos una Comunidad Autónoma pequeña.

Tenemos que desterrar la falsa idea de que por ello no podemos alcanzar niveles de bienestar parejos o superiores a los de otras regiones de España o Europa. Muy al contrario, si nos proponemos proyectos adecuados,  si apostamos por convertir nuestra Comunidad en una sociedad del conocimiento, si transferimos a nuestras empresas las investigaciones punteras y si somos exigentes en la eficiencia, impulsaremos al máximo el desarrollo y bienestar de nuestra Comunidad. Así pues, con la seguridad que nos dan los logros conseguidos durante los 30 años de vigencia de nuestro Estatuto, y en la absoluta confianza  de que la sociedad cántabra dispone de la capacidad y recursos necesarios para mirar al futuro con esperanza,  os invito a decir conmigo ¡VIVA CANTABRIA!