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LA PRESIDENTA DEL PARLAMENTO DEFIENDE EL "DIÁLOGO SERENO" ANTE LOS ALCALDES Y ALCALDESAS DE CANTABRIA

Viernes, 21 de Octubre de 2016

La presidenta del Parlamento de Cantabria, Dolores Gorostiaga, ha defendido "el diálogo sereno, al debate carente de improperios y la voluntad de defender nuestras ideas pero también escuchar las ideas de los demás" como fórmula para "allanar el camino hacia la solución de los problemas de la ciudadanía". Gorostiaga ha pronunciado estas palabras durante la aspetura de la XXX Asamblea General ordinaria de la Federación de Municipios de Cantabria celebrada en Reocín.

Intervención completa

Sr. Delegado del Gobierno

Sr. Presidente de la Federación de Municipios de Cantabria

Señores y señoras alcaldes y alcaldesas

Como presidenta del Parlamento de Cantabria me corresponde realizar esta breve intervención con motivo de la Asamblea Anual de la Federación de Municipios.

Aprovecho la ocasión para reiterar una idea central que, estoy convencida, clarifica y arroja algo de luz sobre los agitados tiempos que vivimos.

Tras la dura crisis que nos golpea desde hace ya demasiados años, algunos tienen la tentación de orientar el malestar de los ciudadanos y ciudadanos hacia unas instituciones democráticas que, con todos sus defectos, nos han permitido el mayor periodo de prosperidad y entendimiento de la historia de este país.

A los más críticos hay que recordarles que las instituciones democráticas son y van a seguir siendo el fiel reflejo de lo que quiere la ciudadanía, ni más ni menos.

Y que culpar a las instituciones de todos los males, además de un ejercicio injusto, supone atentar directamente contra las bases de nuestro estado de derecho y contra las mismas herramientas que nos hemos dotado para afrontar los problemas reales de nuestros conciudadanos.

Hoy, aquí, están representadas las instituciones más próximas a los ciudadanos, las entidades locales.

Y estoy segura de que cada uno de los alcaldes y alcaldesas de Cantabria aquí presentes busca el bienestar de sus vecinos, y no es ni siquiera corresponsable de la crisis internacional que tanto daño nos ha hecho a todos.

Por tanto, nadie tiene derecho a poner en cuestión el valor de los ayuntamientos en el proceso sin fin de mejorar las condiciones vitales de los pueblos.

Y a quien lo haga, debemos contestarle con pedagogía política, pero con firmeza, que no solo es posible, sino que debemos mejorar y actualizar las instituciones, pero que abogar por su desaparición es un primer y peligroso paso hacia el fin de la democracia que tanto trabajo e incluso sangre nos costó instaurar en este país.

A ese espíritu básico de respeto a las instituciones, debemos también sumar una característica imprescindible.

Me refiero al diálogo sereno, al debate carente de improperios, a la voluntad de defender nuestras ideas pero también escuchar las ideas de los demás.

Como presidenta del Parlamento de Cantabria, la sede de la voluntad popular, defiendo que siempre es mejor una idea compartida o un proyecto participativo, que una decisión impuesta a los demás, aunque sea con una mayoría legítima de votos.

Esta Federación de municipios, que para beneficio de todos los cántabros, ha recuperado recientemente la presencia y la labor que nunca debió perder, es un magnífico escenario para poner en práctica el diálogo al que me refiero.

Diálogo honesto que también debe presidir las relaciones entre los municipios y el Parlamento, donde se toman decisiones que también afectan a aquellos.

Para terminar, comparto con vosotros la idea de que en el contexto que nos ha tocado vivir, la inteligencia colaborativa, es de decir, la suma de voluntades en el terreno de la política, pero también en otros órdenes de la vida, consigue allanar el camino hacia la solución de los problemas de la ciudadanía.

Porque no debemos perder de vista el horizonte que debe ser común para todos los presentes.

Un horizonte, quizá algo utópico, pero que debe guiar nuestras acciones y actitudes para dejar detrás nuestro para la gente un mundo mejor que el que nos encontramos al asumir nuestras respectivas responsabilidades.

No olvidemos nunca para quien trabajamos, los vecinos y las vecinas, y pongamos el diálogo en la lista de nuestras tareas cotidianas.

Esta fórmula no es mágica ni resolverá todos nuestros problemas, pero estoy convencida, y espero que vosotros también, que es el único camino que debemos transitar.

Os deseo que los trabajos que aquí se realicen sean fructíferos para todos y en especial para los que tenemos el honor y la responsabilidad de representar.

Muchas gracias