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EL PARLAMENTO DE CANTABRIA CELEBRÓ EL XXXVI ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

Sábado, 06 de Diciembre de 2014

Este año se homenajeó a la libertad de expresión e información a través de la Asociación de la Prensa de Cantabria y el Ateneo de Santander, instituciones ambas que han cumplido 100 años.

 

 

DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL PARLAMENTO

 

Sr. Presidente de Cantabria,

Sr. Alcalde de Santander,

Señoras y Señores miembros de la Mesa del Parlamento,

Señoras y Señores Consejeros del Gobierno de Cantabria,

Autoridades civiles, académicas, militares y eclesiásticas,

Señoras y Señores, amigos todos:

 

Sed bienvenidos al Parlamento de Cantabria.

Me corresponde un año más el honor de dirigirme a todos ustedes para rendir homenaje conmemorativo a la Constitución Española.

A lo largo de esta legislatura, hemos considerado que la mejor manera de festejar la Constitución es rindiendo un reconocimiento especial a  las personas y colectivos  que sobresalen en la defensa de los principios y  derechos fundamentales que nuestra Carta Magna recoge. De este modo, en 2011 les dimos la palabra a las personas con alguna discapacidad y a sus asociaciones integradas en el CERMI. En 2012, reivindicamos la labor de los empresarios y emprendedores, particularmente la de los más jóvenes. El año pasado, homenajeamos a los cuerpos y fuerzas que velan por nuestra seguridad. Y hoy, cuando se cumplen 36 años de ejercicio de las libertades públicas de todos los españoles, nuestro homenaje recae en dos instituciones cántabras.

Son dos ejemplos emblemáticos y titulares privilegiados de la defensa y el ejercicio de una de esas libertades fundamentales, la libertad de expresión e información. Ambas instituciones coinciden además en celebrar este año el centenario de su fundación.

 El Parlamento tributa pues hoy,  coincidiendo con la conmemoración de nuestra Constitución, un merecido homenaje a:

-                      La Asociación de la Prensa de Cantabria y a todos los periodistas que se integran en ella, por su papel fundamental en la defensa de la libertad de expresión.

y

-                      Al Ateneo de Santander, por su trayectoria ejemplar en pro de la libertad de difusión del pensamiento y la cultura.

Hace 100 años, el 13 de abril de 1914, se constituía la Asociación de la Prensa de Cantabria, presidida por José Estrañi, director de “El Cantábrico”.

Los periodistas decidían, al integrarse en la Asociación, abandonar sus luchas profesionales, sus dialécticas agresivas y, sobre todo, su tradicional insolidaridad.  Buscaban, por  contra, el bien moral y material de quienes, “trabajando siempre por los demás, se habían olvidado de sí mismos”.

La recién nacida Asociación adquiere enseguida notable protagonismo, a nivel local y nacional.

 En 1922 logra un gran hito histórico, conseguir que fuera Santander el lugar escogido para la constitución de la FAPE, la Federación de las Asociaciones de la Prensa de España. Era el paso definitivo hacia la unión de los periodistas de todo el país.

La creación de la “Hoja del Lunes”, en tiempos de la Segunda República, constituyó otro momento clave en la historia de la Asociación. La “Hoja” fue el órgano de expresión de la Asociación durante casi medio siglo y se distinguió siempre por su libertad ideológica y su independencia política.

Ni la guerra civil ni la posterior dictadura lograron anular nunca los objetivos de independencia y libertad de la Asociación, que supo soslayar sucesivamente, primero la censura y luego, la libertad vigilada.

Durante la Transición, y los años previos a la misma, la prensa tomó verdadera conciencia de su protagonismo en el impulso hacia la libertad y hacia la democracia. Fue por delante de los acontecimientos. Estimuló a la opinión pública hacia el cambio político y jugó un papel decisivo en aquella delicada coyuntura histórica.

Nos encontramos ahora, coincidiendo con el centenario de la Asociación, en una difícil encrucijada de crisis ético-social y miramos una vez más hacia la prensa, para que ejerza su orientación formativa, y para que abandere el rearme moral en los valores del deber, la justicia y la honradez.

El Parlamento de Cantabria, pues, y toda la ciudadanía en él representada,  prestan hoy público reconocimiento a los periodistas de nuestra Comunidad y a la Asociación de la Prensa en la que éstos se integran.

La libertad de expresión, propia de la Asociación de la Prensa, tiene su correlato en la producción del pensamiento con entera libertad y en su difusión a toda la sociedad.

 Es aquí donde se sitúa el Ateneo de Santander, que también cumple este año el primer centenario de su fructífera trayectoria.

El Ateneo de Santander, “Ateneo Montañés de Artes, Ciencias y Literatura”, como se llamó en sus inicios, ha sido y es una de las instituciones culturales más importantes de nuestra región.

Nace como “lugar de encuentro y foro cultural del talento” de  un selecto grupo de intelectuales santanderinos, liderados por Gabriel María de Pombo Ibarra, su primer Presidente.

Cobra enseguida un enorme prestigio social y vive su primera edad de oro.  Es la gran época de las Artes Plásticas Montañesas, la de las conferencias de los grandes intelectuales, atraídos por  el apoyo regio de Alfonso XIII, la del Movimiento Creacionista de la Poesía Española de un jovencísimo Gerardo Diego.

 

El Ateneo alcanzó su cumbre histórica en la llamada “Década Prodigiosa de los años 60”, bajo la presidencia de Ignacio Aguilera.  Aguilera, supo hacer renacer el espíritu ateneístico. Fue el momento de la juventud en el Ateneo, el de la revitalización de las Secciones de Estudio y el del primer Congreso Nacional de Ateneos, organizado y celebrado en Santander.

Pero más allá de sus momentos estelares, quiero hacer constar aquí las notas esenciales que han caracterizado siempre al Ateneo a lo largo de su historia:

-                      Haber sido lugar de encuentro y foro de difusión del  conocimiento y de la cultura. “La casa de la intelectualidad montañesa”, se le ha llamado con razón.

-                      Haber defendido, aún en los tiempos más difíciles, la independencia ideológica y la libertad, frente a las injerencias y directivas externas a la institución.

-                      Haber mostrado, a lo largo de toda su historia, un espíritu abierto y tolerante, ante las distintas tendencias literarias, artísticas y culturales.

Por todo ello, el reconocimiento del Parlamento al Ateneo de Santander, “la casa del Pensamiento y de la razón crítica en Cantabria”, como dejó escrito Belisario Benthancourt  en su visita a la institución.

Sras. y Sres., en el día de la Constitución los ciudadanos esperan que los responsables de las Instituciones hagamos “patriotismo constitucional” y  respondamos a los problemas que más les preocupan. El desempleo y la corrupción son, por este orden, los que más les inquietan en este momento.

El desempleo sigue siendo, por desgracia, el principal reto que todos tenemos por delante. Ha constituido el reflejo más dramático de la crisis y la principal lacra de nuestra economía.

Ahora, sin embargo, gracias a las reformas adoptadas en los últimos años, y al esfuerzo y sacrificio colectivo de los españoles, las perspectivas parecen más esperanzadoras.

 Hemos logrado esquivar los malos augurios que hasta hace poco se cernían sobre nuestro futuro. Nadie habla ya hoy de “rescates” y de “intervenciones”.

 Por el contrario, se ha logrado enderezar el rumbo de nuestra economía, nos hemos adentrado en la senda del crecimiento  y, lo que es más  importante, estamos empezando a  conseguir  que el crecimiento se traduzca  en creación de empleo.

La tasa de desempleo sigue siendo, sin embargo, demasiado alta y, por ello, hemos de seguir dedicando todos nuestros esfuerzos a reducirla de forma más rápida e intensa. Hemos de adoptar nuevas medidas para que la economía sea capaz de generar, cuanto antes, más y mejor empleo.

 Y tenemos que apostar por un trabajo digno. En la España del siglo XXI no nos podemos conformar con un empleo que no permita a las familias vivir con dignidad.

En todo caso, ninguna mejora es espontánea. Es necesario perseverar en la senda de las reformas.  Todos tenemos que arrimar el hombro para avanzar en la solución del problema del desempleo, el primero y el más grave, según el sentir de los ciudadanos.

Tiene pleno sentido recordarlo hoy, en el día de la Constitución, para ser respetuosos con el mandato constitucional que, en su artículo 35.1, nos señala que, “todo español tiene el deber de trabajar y el derecho al trabajo”.

 Enfatizar esto, y ser beligerantes en la consecución de un trabajo digno para nuestros ciudadanos, es hacer “patriotismo constitucional”.

La corrupción política no debiera constituir por sí misma el segundo problema más grave del país, pero es, de hecho,  el que más moviliza a la opinión pública.

Es cierto que la ética de la honradez y el  rearme en los valores morales nos atañen a todos sin excepción y que la regeneración ética, a todos los niveles, es imprescindible  para la recuperación económica.

Pero no es menos cierto que los ciudadanos necesitan liderazgos morales visibles y modelos de honradez en los responsables públicos.

 Los continuos episodios de corrupción dañan al propio sistema. A los ciudadanos les disgusta sobre manera que, mientras la crisis les golpea a ellos con dureza, otros se enriquezcan aprovechándose de su situación al frente de lo público.

Creo, sin embargo, que, a diferencia del desempleo, este problema es más fácilmente solucionable. Lo es, si los máximos responsables públicos nos ponemos a ello de forma unánime y decidida. No valen ya los reproches mutuos del “y tu más”, ni los discursos solemnes de los buenos propósitos, ni ser radicales con los corruptos de los demás y complacientes con los propios.

La ciudadanía ha pasado ya del desencanto a la desconfianza y del hartazgo a la indignación.

Somos las instituciones las más interesadas en tomar medidas drásticas, si queremos recobrar la confianza de los ciudadanos. No podemos ir por detrás de los hechos. Hemos de reaccionar a tiempo, investigar y depurar las actuaciones irregulares.

A la estricta vigilancia interna hay que unir la más absoluta transparencia. Constituye una obviedad recordar que  los fondos públicos son de los ciudadanos y que, por tanto, su gestión ha de ser totalmente diáfana. La transparencia proactiva, la que ofrece, facilita y pone a disposición de los ciudadanos el acceso a la más completa información, constituye el mejor antídoto en la prevención de la corrupción.

Y hoy es también el día para proclamar que luchar decididamente contra la corrupción es  hacer “patriotismo constitucional”. Es defender la Constitución.

Sras. y Sres., en el trigésimo sexto aniversario de nuestra Constitución es obligado que deba referirme a la polémica sobre su posible reforma, planteada sobre todo a raíz del desafío del nacionalismo en contra de la unidad de España.

No se discute la posibilidad misma de la reforma, puesto que ninguna ley es de por sí inamovible, y de hecho nuestra Constitución, que no es estática ni está anquilosada, ha tenido ya dos reformas puntuales en sus 36 años de vigencia.

No se debate tampoco la oportunidad de dicha reforma. En la mente de todos está su necesidad de actualización en temas como el de la sucesión en la corona, el senado como auténtica cámara territorial y, sobre todo, el de la organización territorial del estado.

Es evidente que se necesitan cambios y que es la hora de la política, pero nunca sin la ley, sin el marco legal que a todos nos debe afectar por igual, porque la ley está por encima de la política.

 Será esencial, pues, plantearse las condiciones en las que la reforma habría de producirse, y el  qué y el para qué.

Respecto a las condiciones, estimo que debiéramos tomar ejemplo de su aprobación en 1978.  En aquel momento subyacía en todas las fuerzas políticas y sociales un espíritu de concordia. Todas estuvieron dispuestas a renunciar a algunas de sus aspiraciones maximalistas de partida, en pro de una Constitución en la que todos cupieran y tuvieran aceptable acomodo.

También ahora, en cuestión tan trascendente, habría de mantenerse el espíritu de diálogo, de consenso y de concordia que subyace en la actual Constitución. Se requeriría, pues, un gran pacto de Estado entre los grandes partidos y las fuerzas sociales.

 En aquella difícil situación, de transición de un sistema autoritario a la democracia, se lograron mantener las reglas del juego y el respeto a la ley; “de la ley a la ley”, fue la máxima durante la Transición. Ahora, en democracia y libertad, con mucho mayor motivo, es imprescindible que cualquier planteamiento de reforma respete de manera estricta la legalidad vigente. Nadie está de derecho, ni debe estar de hecho, por encima de la ley, y no valen apelaciones al clamor social u otras grandiosas proclamaciones, para bordear o colocarse fuera de la ley.

Respecto a qué se ha de reformar y para qué, debiéramos estar de acuerdo en que la reforma habría de lograr que nuestra carta magna fuera  verdadero lugar de encuentro para todos los españoles, pero no a cualquier precio. Vivimos “tiempos de encrucijada y no de ínsulas”, como advertía Don Quijote a su fiel escudero.  No hay lugar para ínsulas utópicas en las que todo quepa.  No se pueden arrojar por la borda 500 años de convivencia en común, ni se puede sustituir la soberanía de todos por la de unos pocos.

En todo caso, Sras. y Sres., quiero dejar sentado que hay  señas de identidad de nuestra Constitución que siguen siendo grandes principios perfectamente válidos y que, más allá de arriesgadas aventuras políticas, no existe otra opción razonable para una sociedad desarrollada del siglo XXI.

 Me  estoy refiriendo a:

El estado social y democrático de derecho,

Los valores superiores de la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político,

La monarquía  y la democracia parlamentaria,

La unidad nacional y la soberanía única,

La autonomía y la solidaridad,

La dignidad de la persona humana y sus derechos inviolables.

Y concluyo, Sras. y Sres. Nuestra Constitución cumple 36 años, 36 años de progreso y prosperidad. Esta Constitución nos ha permitido disfrutar de la mayor época de crecimiento y desarrollo de toda nuestra Historia. España es ahora mucho mejor que en 1978. Con la presente Constitución se ha convertido en una gran nación occidental con anclajes en ambos hemisferios.  Está en la Unión Europea, en el euro, en la OTAN y, actualmente, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ocupa, en síntesis, el lugar que le corresponde en Europa y en  el mundo.

Y ello  no hubiese sido posible sin el valor de  la libertad que nuestra Constitución consagra, y por el que han luchado las dos instituciones que homenajeamos en el día de hoy, la Asociación de la Prensa y el Ateneo de Santander.

 En consecuencia, os animo a decir conmigo,

¡VIVA LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA!

 

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