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XXXV ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

Viernes, 06 de Diciembre de 2013

El Patio Central del Parlamento de Cantabria acogió el Solemne Acto Oficial para conmemorar el XXXV Aniversario de la Constitución Española.

DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL PARLAMENTO

Sr. Presidente de Cantabria,

Sr. Delegado del Gobierno,

Coronel Jefe y Guardias Civiles que nos acompañáis, especialmente los componentes de la “Unidad de Música de la Guardia Civil”, venidos de Madrid para este acto,

Comisario Jefe Superior de Policía y Miembros del  Cuerpo Nacional de Policía,

Miembros de la Mesa del Parlamento

Consejeros del Gobierno de Cantabria,

Autoridades,

Señoras y Señores, amigos todos: Bienvenidos al Parlamento de Cantabria.

Un año más me corresponde el honor de dirigirme a todos ustedes en el Día de la Constitución, conmemoración especialmente significativa en esta ocasión, por tratarse de su trigésimo quinto aniversario.  Se cumplen hoy 35 años de aquella fecha en la que la inmensa mayoría del pueblo español aprobó en referéndum nuestra Constitución. 35 años de progreso y libertad, el más amplio periodo de nuestra historia de vida en democracia. 35 años de ejercicio de la soberanía popular y de respeto a los derechos fundamentales y a las libertades públicas de todos los españoles.

Y en este contexto en el que me estoy refiriendo a los derechos y libertades permitidme un recuerdo especial para un luchador por los derechos humanos y la libertad, un auténtico símbolo mundial, Nelson Mandela. La conmemoración de la Constitución debe ser, por ello, un día de singular celebración y de plena satisfacción. Y no sólo por razones de fondo, por los derechos y libertades que nos garantiza, sino también por razones de forma, por el significativo modo en el que se produjo su aprobación.  

Los representantes políticos y los españoles del momento lo hicimos realmente bien en aquella difícil coyuntura. Fuimos capaces de llegar al acuerdo desde posiciones de partida distintas e incluso contrapuestas.

A diferencia de las anteriores, nuestra Constitución actual es la del consenso, la de la concordia, la de la no imposición. Celebremos pues la Constitución con orgullo y con alegría, orgullo y alegría que deben ser compartidos con toda la ciudadanía.

En la presente legislatura nos hemos propuesto dedicar cada año su celebración a colectivos sociales especialmente dignos de protección por nuestra Carta Magna, o particularmente vinculados con ella por razón de oportunidad política.

-    En 2011 les dimos la palabra a las Personas con Discapacidad, y a sus asociaciones integradas en el CERMI. Algunas de dichas personas nos interpelaron en aquella ocasión sobre los derechos que la Constitución les garantiza.

-    En 2012 reconocimos y reivindicamos la labor de los empresarios, particularmente la de los más jóvenes, con la mira puesta en el mandato constitucional de orientar la política hacia el empleo, del que tan necesitados estábamos y seguimos estando todavía en estos momentos.

Lo dijimos entonces y lo reiteramos ahora, el paro no es un problema más. Es el reto número uno y la absoluta prioridad. El paro no sólo afecta a las necesidades más básicas y perentorias del desempleado, afecta a su propia dignidad como persona, que quiere trabajar y no puede. Nuestros mayores esfuerzos se tienen que dirigir a resolver este problema y hemos de insistir  en ello en todo momento.

Y sobre todo hoy,  el día de la Constitución, para ser respetuosos con su mandato. En la presente conmemoración, queremos rendir reconocimiento y homenaje a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, Guardia Civil y Policía Nacional. Lo hacemos fundamentalmente porque nuestra Constitución les encomienda como misión, en su artículo 104, “proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana”.  

La Constitución establece los derechos fundamentales y las libertades públicas de todos los ciudadanos, pero conviene recordar que prevé además los medios precisos para garantizar esos derechos y libertades, y para defender el estado democrático. No hay libertad auténtica sin seguridad, como se deduce del propio texto constitucional, que recoge ambos derechos de forma simultánea y en el mismo artículo, el 17 de la Constitución.

Es pues, desde este contexto de garantizar los derechos y las libertades y la seguridad ciudadana, desde el que hoy, en el día de la Constitución, rendimos reconocimiento y homenaje a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a la benemérita Guardia Civil y al Cuerpo Nacional de Policía. Ambos Cuerpos de Seguridad del Estado, de carácter militar el primero y civil el segundo, cuentan con historia y experiencia más que centenarias y han ido evolucionando al compás de las necesidades de la sociedad española.

Han crecido y han especializado sus funciones en distintas áreas de actuación, tal como nos muestran en las exposiciones de este patio, pero lo han hecho siempre con el norte puesto en el mejor servicio a la seguridad de la ciudadanía. La Constitución, que como he dicho antes fijó su misión, ha concretado también, mediante su desarrollo orgánico, los principios básicos de actuación y las relaciones con la comunidad de ambos cuerpos.

Quiero destacar entre dichos principios, dos que estimo de especial relevancia:

-    Uno, el de su  neutralidad e imparcialidad política, y

-    Dos, el de su actuación con absoluta integridad, absteniéndose de toda corrupción y oponiéndose a ella resueltamente.

Es de justicia dejar constancia aquí del exquisito cumplimiento de estos principios por parte de  los Cuerpos a los que hoy homenajeamos y que los convierte en modelo y ejemplo para otras instituciones del Estado. La ciudadanía española, y en particular la de Cantabria, que es por cierto una de las regiones más seguras del país, valora profundamente los servicios que la Guardia Civil y la Policía Nacional le ofrecéis.

Sois en Cantabria, Sr. Comisario Jefe y Sr. Coronel, ejemplo y modelo de coordinación y de trabajo en común  Nuestra ciudadanía constata, día a día, la efectividad y la proximidad con la que vuestros respectivos Cuerpos le garantizan el preciado bien de la seguridad y os lo agradece con todo su afecto. Gracias por vuestro buen hacer que yo, en nombre del Parlamento, reconozco pública y solemnemente en esta fecha tan señalada de la conmemoración de la Constitución.  

Hoy es también un día especialmente indicado para el recuerdo de las numerosas víctimas del terrorismo de ambos cuerpos. En el día de la Constitución  es obligado recordar que las víctimas de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad fueron asesinadas a manos de  la barbarie terrorista  por defender la Constitución, por defender los  derechos y libertades que la Constitución proclama.

El homenaje a las víctimas cobra aún mayor sentido, si cabe, en momentos como éste, en los que se han puesto de manifiesto con toda su crudeza las consecuencias del permisivo y timorato antiguo marco legal, y de no haberlo modificado a tiempo. Lamentablemente, los errores históricos se pagan antes o después. Si se hubiera reaccionado a tiempo, como se hizo en todos los países de arraigada tradición democrática, si el cumplimiento íntegro de las penas se hubiera decidido con anterioridad, las víctimas no tendrían que soportar ahora las consiguientes situaciones de humillación por parte de los terroristas no arrepentidos. Pero el mayor éxito del terrorismo sería que la sociedad y las instituciones cayéramos en el derrotismo.

Por fortuna, el horizonte para las víctimas es ahora muy distinto, tras la modificación de aquel marco legal. La sentencia negativa a la denominada doctrina Parot no deslegitima ni desarma los actuales medios que han conseguido la derrota operativa del terrorismo. El Estado de Derecho seguirá siendo implacable con las armas de la ley, con  su aplicación estricta y con todas sus consecuencias.

Es precisamente en estos momentos de humillación y dolor de las víctimas, cuando hay que dejar alto y claro que el terrorismo es y siempre ha sido culpable por naturaleza, que nada lo legitima, que nunca ha tenido ni tiene justificación y que tiene que ser derrotado en toda su integridad. Que las víctimas son absolutamente inocentes, que no cabe paridad entre las víctimas y los verdugos, y que no puede permitirse que los terroristas sean reconocidos ni enaltecidos por haber asesinado.

Las víctimas nos reclaman memoria, justicia y dignidad, y es lo mínimo que nuestra sociedad les debe ofrecer en este día de celebración de la Constitución.   Sras. y Sres. he aludido con anterioridad a los principios de integridad y honradez de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, a su valor como modelo ejemplar para otras instituciones y colectivos, y desde luego para la llamada clase política. La celebración de la Constitución es una buena oportunidad para que los políticos recuperemos nuestra capacidad de análisis y autocrítica, pero también para reivindicar la Política.    

Nada sería más insensato en las circunstancias actuales que fomentar el desinterés por la política y por lo público. La actividad política, en cuanto dimensión social del hombre, es esencial a la condición humana, como ya dejó dicho en la antigüedad el gran Aristóteles, y es imprescindible que a ella se incorporen los ciudadanos mejor preparados. La democracia carece de alternativa y no hay democracia sin política y sin políticos.

La política es el único instrumento democrático para resolver los problemas de los españoles, frente a la tentación de cualquier otra vía, y más en este difícil momento de la Historia de España. Política de partidos sí, y con mayúsculas, que fija su atención en el interés general, que renuncia a una porción de lo propio en aras del entendimiento y del acuerdo, que es capaz de sacrificar el corto plazo por objetivos de mayor alcance y que, como en la transición democrática, sabe promover los valores del respeto mutuo y de la lealtad recíproca.

Se impone pues el verdadero quehacer de la Política y de los políticos. Será necesario, eso sí, un rearme moral fundado en el imperativo kantiano  de que la conducta de cada uno de nosotros pueda servir de ejemplo referencial para todos los demás ciudadanos. Que nuestro modo de  obrar esté basado en la decencia, en la honradez, en la integridad y en el respeto al otro. Las generalizaciones negativas indiscriminadas hacia la Política y hacia los políticos no se corresponden con la realidad. No es justo identificar a la Política y a los políticos con lo engañoso, lo oscuro y lo corrupto.

La inmensa mayoría de los políticos tenemos principios, somos honrados, trabajamos por mejorar la situación de los ciudadanos y defendemos que la justicia actúe hasta las últimas consecuencias contra la minoría corrupta.  

Sras. y Sres., en el trigésimo quinto aniversario de la Constitución de 1978, es obligado que deba referirme al mayor desafío y al más serio de los ataques para hacer saltar por los aires el sistema político y el marco de convivencia que alumbró dicha Constitución. Nos encontramos ante una amenaza de desintegración por parte del nacionalismo. Se trata de un ataque al Estado por parte de poderes autonómicos que, no conviene olvidarlo, son también poderes del propio Estado.

No son ya soflamas basadas en los consabidos memoriales de agravios y en las deformaciones históricas de la realidad nacional de España. Es un proceso separatista en marcha, planificado y alimentado desde estructuras políticas del propio estado autonómico. Es la inadmisible deslealtad de quienes ejercen el poder autonómico, conferido precisamente por el orden constitucional, y con el que pretenden acabar mediante un proceso independentista unilateral.  

Las reivindicaciones del nacionalismo independentista, no solo constituyen una actitud antihistórica en la era de la globalización y de la progresiva dilución de la soberanía en la Unión Europea. Chocan frontalmente contra la proclamación de la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, recogida en el artículo 2 de la Constitución, y contra la soberanía nacional que reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del estado, según reza el artículo 1.2. Ha llegado pues el momento de dejar muy claro que la soberanía y el derecho a decidir residen en el pueblo español y no en una de sus partes.

Que tal derecho corresponde a la totalidad de los españoles libres e iguales, a los cántabros en condiciones de igualdad a las del resto de los ciudadanos españoles.              

Que la voluntad general de España tiene interés legítimo sobre el futuro de cada uno de sus territorios.

Que ninguna comunidad tiene derecho a decidir su independencia tras cinco siglos formando parte de la unidad de España.

Es la hora de que todos los que creemos en España nos unamos para defender su integridad territorial con las armas legales y democráticas que prevé la propia Constitución. Frente al separatismo independentista no hay más alternativa que el cumplimiento de la Constitución.

Y la Constitución podría modificarse, pero con el consenso de la mayoría cualificada establecida en la propia norma. Deseo concluir Sras. y Sres. con algunas constataciones que nos hagan sentirnos optimistas y orgullosos de nuestra nación, de España. Somos un gran país que logró en el pasado la hazaña más extraordinaria de la humanidad, dejar la impronta de su lengua y su cultura en casi medio mundo.

Un país que, en tiempos más recientes, ha sabido pasar página de una guerra fratricida y de una larga dictadura, y dar un gran salto a esta España democrática, plural, avanzada y moderna. No somos ningún desastre, como se encargan de repetir los más agoreros. Estamos saliendo de la recesión, aunque aún hemos de seguir  con las reformas para dejar atrás definitivamente la crisis.

Las dificultades pasadas han tenido la consecuencia positiva de ser  un revulsivo para convencernos de que saldremos también de ésta, y reforzados, como lo hemos demostrado en circunstancias históricas más adversas que las actuales. Estamos consiguiendo superar una dura crisis, gracias sobre todo al sacrificio, esfuerzo y solidaridad de esos héroes anónimos que son los ciudadanos de a pie.

Estamos demostrando al mundo que somos un pueblo dinámico y enormemente solidario. Somos creativos, innovadores y contamos con empresas líderes en los distintos sectores productivos y tecnológicos. Contamos con una de las lenguas más habladas del mundo. Tenemos una posición privilegiada entre Europa y América. Poseemos gran capacidad exportadora y estamos en cifras record de turismo.

Disfrutamos del preciado bien de la seguridad ciudadana, uno de los más importantes factores de bienestar social y de calidad de vida, gracias a las Fuerzas y Cuerpos a los que hoy homenajeamos. Tenemos muchas razones para confiar en el futuro y en nuestra propia capacidad como país. Afirmar todo esto en la presente coyuntura, no es ninguna frivolidad.

Constituye una saludable necesidad, y lo hacemos precisamente hoy, cuando conmemoramos la Constitución, que ha hecho posible el periodo más dilatado de desarrollo democrático y de pujanza de España.

Por todo ello os animo a decir conmigo, ¡VIVA LA CONSTITUCIÓN!