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XXXIV ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

Jueves, 06 de Diciembre de 2012

El Patio Central del Parlamento de Cantabria acogió el acto institucional para conmemorar el XXXIV aniversario de la Constitución Española. En el mismo intervinieron varios empresarios emprendedores cántabros así como el presidente del Parlamento de Cantabria. El acto finalizó con la actuación de la Joven Orquesta Sinfónica de Cantabria.

DISCURSO INSTITUCIONAL DEL PRESIDENTE DEL PARLAMENTO DE CANTABRIA

Excelentísimo Sr. Presidente de Cantabria,

Excelentísimo Sr. Alcalde de Santander,

Excelentísimos Señores y Señoras Consejeros y Consejeras del Gobierno de Cantabria,

Ilustrísimos Señores y Señoras miembros de la Mesa del Parlamento,

Excelentísimas e Ilustrísimas autoridades,

Señoras y Señores:

Sed bienvenidos todos a este patio del Parlamento, que hoy se convierte en el patio de toda Cantabria, para celebrar la Constitución Española en su trigésimo cuarto aniversario.

Sed especialmente bienvenidos los emprendedores y empresarios de nuestra región que nos acompañáis.

Al inicio de la presente legislatura nos propusimos honrar, con motivo de las celebraciones de la Constitución y del Estatuto, a colectivos de nuestra Comunidad especialmente dignos de reconocimiento público.

Así lo hicimos el día de la Constitución del pasado año con las personas discapacitadas y con todas sus Asociaciones integradas en el CERMI. Algunos de los miembros de dicho colectivo nos interpelaron en aquella ocasión sobre los derechos que la Constitución les garantiza.

Lo hicimos también, en la celebración del Estatuto de Autonomía, con las sufridas mujeres rurales de nuestra región. Se implicaron en el homenaje la práctica totalidad de sus asociaciones y nos plantearon en esta sede sus justas reivindicaciones.

En la presente celebración de la Constitución queremos que sean los empresarios de Cantabria sus protagonistas. Entre los principios rectores de la política social y económica, la Constitución  en su artículo 40.1, nos encomienda a los Poderes Públicos que realicemos, de manera especial, una política orientada al pleno empleo. Y todos sabemos que quien realmente genera empleo es la iniciativa privada de los empresarios.

Sras. y Sres., sé que todos coincidimos en que, en el momento presente, el desempleo es el reflejo más dramático de la crisis y la principal lacra de la economía española. No es un problema más. Es el problema número uno, el reto número uno y la absoluta prioridad. La tasa de paro ha alcanzado niveles insoportables, que superan ya el 25% en toda España, y el 50% en el caso de los más jóvenes.

 Afortunadamente, en Cantabria, tenemos una tasa muy inferior, del 15,7 %, con la que, en ningún caso,  podemos tampoco sentirnos satisfechos.

Todas las penalidades por las que pasan en el momento actual nuestros ciudadanos, incluidas las realmente trágicas de los desahucios, tienen su origen en la falta de empleo. Solucionar este drama es, pues,  la clave en la que los poderes públicos y la sociedad en su conjunto debemos concentrar nuestros esfuerzos.

Todos, el sistema educativo, las instituciones públicas, los agentes sociales y, como he señalado antes, los empresarios a través de la creatividad e iniciativa que les son inherentes, hemos de luchar con determinación y aplomo para resolver esta crítica situación de desempleo.

Desde la firme convicción de que la generación de empleo se produce fundamentalmente en la iniciativa privada, el Parlamento ha querido poner su grano de arena para brindar un sincero reconocimiento a la cultura del emprendimiento y, al mismo tiempo, fomentarla.Y no lo ha querido hacer con palabras grandilocuentes o con discursos teóricos, sino con ejemplos reales y tangibles.

Hemos podido contemplar, en el video con el que se ha iniciado este acto, algunas de las múltiples actividades de nuestros  empresarios noveles.

Además, cinco empresarios emprendedores nos acaban de transmitir sus novedosos proyectos, sus retos, sus expectativas e ilusiones y, sobre todo, su actitud proactiva y optimismo.

Y para que la cultura emprendedora impregne nuestra sociedad, qué mejor manera que mostrar públicamente iniciativas variadas de emprendimiento. Por ello, hemos seleccionado 30 proyectos de emprendimiento realizados en los últimos años en nuestra región, y los exponemos aquí, en el Patio del Parlamento, para que toda la ciudadanía pueda conocerlos. 

El título de la exposición, INSPÍRATE, pretende transmitir el alto nivel de creatividad e inspiración de todos los proyectos que la misma incluye. La exposición tiene como objetivo, además, exhibir la gran diversidad de oportunidades que genera el espíritu emprendedor de Cantabria en todos los ámbitos:

-    El de las tecnologías avanzadas y de última generación;

-    El de la publicidad, marketing y comunicación;

-    El agrícola-ganadero y sus productos derivados;

-    El de los servicios, y

-    El de otros muy variados: el deporte, la moda, la música, la cultura y los espectáculos.

Las ideas, iniciativas y proyectos que se materializan y representan en los paneles de este Patio, constituyen sin duda un buen exponente del espíritu emprendedor de los nuevos empresarios.

El Parlamento se suma así, en la conmemoración de la Constitución, a otras muchas iniciativas en el  ámbito del emprendimiento en nuestra región.

Quiero referirme, en primer lugar, a la reciente creación del Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE), con el objetivo de renovar el tejido empresarial y formar nuevos emprendedores en Cantabria. Todos debemos congratularnos de este fecundo ejemplo de colaboración entre el Banco Santander, la Universidad de Cantabria  y el Ejecutivo, que situará a nuestra Región en la vanguardia internacional del Emprendimiento.

Por otro lado, el Gobierno  -a través del Servicio Cántabro de Empleo, de EJECANT y de SODERCAN-, las Cámaras de Comercio y otras organizaciones, están impulsando diversos proyectos para asesorar y apoyar a los nuevos emprendedores.

Sras. y Sres., en el campo del emprendimiento, como en tantos otros de la vida, el principio y origen están en la educación. Empresarios y ejecutivos de los más diversos sectores coinciden en afirmar que se trata de una de las claves para el futuro de nuestro país.

Reclaman que se priorice en el currículo la capacidad lectora, el conocimiento científico-matemático, el dominio de las TICs y un excelente nivel de Inglés. Pero sobre todo, de modo especial y transversal, que se introduzca la cultura del emprendimiento en todas las etapas y niveles educativos y, por supuesto, en la educación superior.

Es imprescindible cambiar de mentalidad. Cuando superemos la crisis, más pronto que tarde, la oferta de empleo provendrá no tanto de la contratación de trabajadores por cuenta ajena, como  del autoempleo a través de la creación de PYMES y MICRO-PYMES.

 No podemos seguir educando a nuestros alumnos con la mente puesta en que, a la conclusión de su formación académica, su meta sea  convertirse en funcionarios.

 Todo el sistema educativo tiene que ajustarse al tipo de formación, aptitudes y cualidades que demanda el mundo laboral. Los planes de estudio tienen que vincularse a las necesidades y exigencias de las empresas. En estos tiempos de crisis y desempleo, la formación, particularmente la superior, ha de orientarse a que todos los que tengan capacidad para ello puedan convertirse en autoempleadores y emprendedores.

 Los Centros Universitarios que encabezan hoy el ranking de la excelencia se distinguen justamente por esto, por su potencial investigador y creador de empresas. El germen de grandes empresas como Google, Facebook, Twitter y un largo etc., se ha incubado en dichos Centros del otro lado del Atlántico.

Necesitamos investigadores y también empresarios que  transformen las ideas y proyectos en riqueza y empleo. 

Investigadores y empresarios son figuras complementarias, por lo que en este contexto, tenemos que apoyar, valorar y reconocer el espíritu emprendedor de nuestros empresarios actuales y fomentar la labor de emprendimiento de los empresarios del futuro.

Cuando hablamos de empresarios, no nos referimos sólamente a la gran empresa sino, sobre todo, a las PYMES y MICROPYMES. La pequeña empresa necesita un apoyo firme y decidido de todas las administraciones y de toda la sociedad.

Es imprescindible, pues, resaltar y poner en valor el papel fundamental del empresariado. Es de todo punto necesario desterrar la imagen estereotipada y errónea que sigue existiendo en torno a su figura.

 En los países más avanzados, al empresario se le venera como a un héroe pues, con su iniciativa y riesgo, es capaz de alcanzar el éxito, crear riqueza y generar empleo. Aquí, sin embargo, es injustamente demonizado con mucha frecuencia y algunos osan incluso caricaturizar su imagen a nivel educativo y social.

Para fomentar el emprendimiento, es necesario otorgar a los empresarios el reconocimiento y valor que justamente merecen, por afrontar con decisión el miedo al fracaso y por el enorme trabajo y dedicación que se requieren para sacar adelante una empresa.

 La aspiración a tener un beneficio económico, como contrapartida a la iniciativa, asunción de riesgos y trabajo, en ningún caso es criticable. Muy al contrario, es legítimo que las empresas ganen dinero.

La figura del empresario es tanto o más digna que la de otros profesionales que gozan de un alto reconocimiento.  De hecho, la creación de riqueza que generan los empresarios fundamenta la viabilidad económica del resto de las profesiones.

Sras. y Sres., en el trigésimo cuarto aniversario de la Constitución, no puedo por menos de referirme a otra gravísima crisis que en el momento presente nos sume a todos los españoles en un gran desasosiego.

Paralelamente a la crisis económica, o seguramente como consecuencia de la misma, vivimos en la actualidad la primera gran crisis político-institucional de nuestra vida en democracia desde la Constitución de 1978.

Un gran desafío tensiona la vigencia de nuestra Carta Magna: el separatismo independentista.

 La reciente “deriva soberanista”  no es otra cosa que, lisa y llanamente, el propósito -o mejor dicho, el despropósito- de determinadas opciones políticas de convertir sus Autonomías en estados soberanos e independientes de España.

Resulta significativo que tal pretensión coincida en el tiempo con la gravísima crisis económica por la que atravesamos. Hace pensar en una más que criticable actitud de insolidaridad en momentos de agobio económico, del que tampoco se libran  dichas CC.AA., tras años de gobierno nacionalista.

No existen verdaderas razones históricas para esta deriva soberanista.

 El eterno discurso victimista está agotado: ni España les roba, ni es la causa de sus problemas financieros.

La Historia camina hacia los grandes bloques supranacionales, en vez de hacia estados cada vez más pequeños.

La soberanía reside en el pueblo español en su conjunto, no en algunas de sus partes o Comunidades, que carecen de la facultad de autodeterminación y separación. Como bien señala el filósofo Gustavo Bueno “la soberanía es del estado español y no de sus partes, como la vida es de todo el organismo y lo involucra a todo él y no a cada miembro por separado”.

Aceptar la voluntad de una parte de España como criterio para que pueda independizarse llevaría, en sus últimas consecuencias, al absurdo de que esto mismo se aplicase a entidades o grupos cada vez más pequeños, y finalmente a la anarquía, pues habría que reconocer también el derecho de cada individuo a declararse fuera del estado.

 Y finalmente, lo que resulta del todo inaceptable es que se invoque el derecho a la democracia para incumplir la Ley, la Ley de leyes que es nuestra Constitución, y que es precisamente la que garantiza tal derecho. La libertad y la democracia se asientan siempre en el cumplimiento de la ley.

La Constitución del 78 logró una solución de concordia en la que los nacionalismos separatistas abandonaron sus posiciones maximalistas en pro de la convivencia democrática. Se estableció así, en el texto constitucional, la “indisoluble unidad de la nación española”, junto con el “derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones”.

 Los españoles nos dimos pues una Constitución, cuyo Estado de las autonomías nos ha deparado el más dilatado periodo de democracia, libertad, crecimiento y progreso de toda nuestra historia.

 El modelo de organización territorial reconoce la asimetría de identidades y estimo que, en esencia, sigue siendo un marco válido, viable y que mantiene hoy su vigencia. Naturalmente, se podrá modificar y perfeccionar, pero los límites están en la propia Constitución, que no es estática ni está anquilosada, y en cuyo texto se prevén las condiciones para su propia reforma.

Nuestra Constitución fue un gran ejemplo de acuerdo entre los distintos grupos políticos y sectores sociales que conformaban el panorama de España al final de la década de los 70. Ante las graves tensiones que cuestionan ahora el marco territorial del estado, son fundamentales, también como entonces, el diálogo y el entendimiento básico entre las distintas fuerzas políticas.

 Son exigibles grandes dosis de generosidad e inteligencia para superar esta preocupante crisis institucional, en la que está en juego la configuración del estado.

 Estoy postulando, como ya he hecho en alguna otra ocasión, un gran pacto constitucional entre todas las fuerza políticas, para encarar el futuro de la nación en un ámbito tan decisivo como es éste de la organización territorial del estado.

En todo caso, ante un hipotético planteamiento de reforma  de dicha organización territorial, habrá de tenerse en cuenta que la soberanía popular constituye el cimiento único de la nueva construcción, y que habrá de exigirse, al menos, el mismo nivel de consenso y acuerdo entre todas las fuerzas políticas y sectores sociales, que el conseguido en 1978.

Deseo concluir esta intervención con un mensaje esperanzador. Nos encontramos en una encrucijada difícil, en la que los españoles tenemos que sacar fuerzas de flaqueza y echarle coraje. Nada está perdido. Tenemos que tomar ejemplo de los empresarios que, ante la dura realidad de la crisis, luchan por competir con esfuerzo y creatividad, para generar riqueza y nuevos puestos de trabajo.

 Hemos pasado por experiencias tanto o más graves que la presente y las hemos sabido remontar, lo que debe generarnos confianza en nosotros mismos.

 Justamente en los albores de la Constitución que hoy celebramos, en circunstancias extremadamente inciertas, supimos poner en marcha la normalidad democrática, sin un guión previo que nos enseñara el camino.

A partir de 1978 hemos ido adquiriendo estabilidad política, cohesión social, desarrollo e internacionalización de nuestras  empresas, grandes infraestructuras, y un progresivo nivel de vida, pese a las dificultades que ahora nos impone la crisis.  La situación económica es difícil, pero los empresarios actuales y futuros de nuestra región nos ayudarán a salir de esta situación en el menor tiempo posible.

Vivimos en un gran país libre y privilegiado y podemos mirar al futuro sin miedo, como lo hicieron los que en 1978 alumbraron la Constitución de la Concordia que hoy celebramos.

 Por ello, os animo a decir conmigo

   

¡ VIVA LA CONSTITUCIÓN !