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DISCURSO INSTITUCIONAL DE LA PRESIDENTA DEL PARLAMENTO DE CANTABRIA CON MOTIVO DEL 34 ANIVERSARIO DEL ESTATUTO DE AUTONOMÍA PARA CANTABRIA

Lunes, 01 de Febrero de 2016

Bienvenidos a la celebración del 34 aniversario del Estatuto de Autonomía para Cantabria. 34 años de autogobierno que han servido para acercar las políticas a los ciudadanos, para que la gestión de los grandes servicios públicos se haya llevado a cabo a pie de calle, al lado de los sindicatos, de las asociaciones de ciudadanos, de las necesidades que trasladan los Ayuntamientos.

 

34 años que han aproximado el nivel de renta y al calidad de vida entre los cántabros y de estos con los españoles, sean de la Comunidad Autónoma que sean, a pesar de que estos últimos años la crisis ha hecho que se vuelva a abrir una brecha, que tenemos que cerrar con nuestro trabajo.

 

34 años en que se han construido las grandes infraestructuras que vertebran y unen los pueblos, y las pequeñas, las que hacen la vida más fácil a los ciudadanos, vivan donde vivan: Cuando abrimos el grifo y tenemos agua hay detrás políticas continuadas a los largo del tiempo, cuando vemos nuestros ríos limpios es porque detrás hay políticas que han hecho posible recoger las basuras.

 

Es más, cuando acompañamos a nuestros hijos al autobús para ir al colegio, hay política educativa para que todos los niños, vivan donde vivan, tengan acceso al colegio.

 

Cuando nos ponemos enfermos y podemos acudir a nuestro centro de salud hay políticas sanitarias...

 

34 años en los que las políticas ejercidas desde el autogobierno han desarrollado un Estado de Bienestar en que los derechos básicos de los ciudadanos: educación, sanidad, servicios sociales, derecho a la autonomía personal, son iguales para todos y todas.

 

La Constitución fue el punto de partida de lo que iba a ser el Estado Autonómico español, un modelo singular que ha devenido en nuestro modelo de organización territorial.

 

El modelo autonómico fue la fórmula idónea para construir un Estado moderno y eficaz, sobre la base de la pluralidad.

 

Aquí también, en Cantabria, podemos decir alto y claro que la autonomía ha sido un éxito y celebrar no sólo el cumpleaños de nuestro Estatuto sino también, la contribución que desde esta tierra hemos hecho al desarrollo y consolidación de España.

 

34 años y la Cantabria de hoy no es ya la de entonces. La Cantabria de 2016 no es la de 1982. Es una Cantabria más moderna, integrada como España en la UE, afectada como todos por los efectos de la globalización que ha cambiado la forma de entenderse y comunicarse entre sí y de entender el mundo a partir del desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

Con hombres y mujeres más formados y más informados y también más exigentes a la hora de reclamar el respeto a sus derechos y libertades y el funcionamiento eficaz de sus instituciones.

 

Como hace 34 años, elegimos que queríamos tener nuestro espacio de autogobierno, que queríamos ser libres para decidir nuestro camino y que nos comprometíamos a que este sirviera para que los cántabros y las cántabras tuvieran más oportunidades.

 

Hoy tenemos que preguntarnos qué queremos para los próximos 34 años. Tenemos que decidir qué tenemos que cambiar, mejorar o adaptar de las normas que han sido básicas para nuestro desarrollo.

 

¿Aceptaremos que cada día se visualice más que comienzan de nuevo a establecerse diferencias entre los ciudadanos en función de la Comunidad Autónoma en la que viven?

 

¿Aceptaremos que, a pesar de contribuir cada uno con nuestro esfuerzo a la “caja común”, no recibimos los mismos servicios con la misma calidad?

 

¿Aceptaremos que Cantabria siga sin aparecer, como el resto de las Comunidades Autónomas, en el texto constitucional?

 

¿Nos conformaremos con lo que hay? ¿Aceptaremos que los nuevos derechos que hemos ido adquiriendo con el tiempo y el esfuerzo de todos estén al albur del gobierno de turno y no garantizados en la Constitución?

 

¿Aceptaremos que las CCAA no tengamos un lugar común donde compartir experiencias, discutir proyectos y establecer mecanismos de colaboración?

 

¿Tendremos que decidir si aceptamos un modelo de financiación que no da satisfacción a ninguna CCAA? 

 

¿Tendremos que seguir peleando con el Estado, con el Gobierno de turno si esta competencia o la otra es tuya o mía?

 

Pues bien, yo creo que ha llegado el momento que 34 años después, en nuestro caso, el de Cantabria, y más en otros, adaptemos nuestras normas a lo que queremos para el futuro.

 

La pregunta de estos días, nos la han hecho a todos, es si creemos que el Estatuto necesita reformarse.

 

Yo, personalmente, creo que lo que hay que reformar es la Constitución; el marco de marcos, adaptarla a la sociedad en la que vivimos, a las nuevas demandas de los ciudadanos y ciudadanas. Y después, adaptar el Estatuto, los estatutos, a aquellos aspectos que la Constitución tenga que adecuar.

 

Los ciudadanos de Cantabria, la de ahora, la de 2016, toda la ciudadanía se sentirá más comprometida con la Constitución y con el Estatuto si los siente más suyos, si ve reflejados en ellos sus aspiraciones.

 

Saber que se quiere de verdad no es fácil; hay ruido, voces, músicas, cantos, escaparates, preguntas y misterios en el camino.

 

Es fácil distraerse, perderse en las luces, pero créame, el camino ha de ser hacia la fortaleza social y la regeneración democrática. Por ese camino deseamos ir todos y todas sin renunciar a las discrepancias ni a los intereses contrapuestos pero renunciando a los resentimientos, la revancha, la incapacidad para aceptar el propagandismo inútil.

 

Cuando los tiempos cambian hay que cambiar con ellos. La sociedad entera está cambiando, también nuestra arquitectura institucional, la democracia representativa.

 

Fue una sociedad fuerte, seria y hambrienta de libertad la que en momentos difíciles consiguió transformar España y por ende Cantabria y creo firmemente que será de nuevo una sociedad fuerte la que será capaz, no sólo de gritar, sino de afrontar estos nuevos tiempos y construir un futuro con mayúsculas.

 

Con una política mejor, que no requiere que unos abandonemos nuestro programa político y los otros tengan que aceptar. Una política mejor requiere que aprendamos lo mejor los unos de los otros, en vez de apelar a nuestros temores.

 

Requiere que debatamos sin demonizarnos los unos a los otros, que hablemos de los temas importantes para los ciudadanos, de valores, de principios, de hechos en vez de trivialidades, de meteduras de pata o de falsas controversias que no tiene nada que ver con la vida de los ciudadanos y ciudadanas de nuestra tierra.

 

Requiere que pasemos más tiempo hablando, pactando y que proyectemos nuestra sociedad al futuro.